1
La luz…, pero no basta;
no me basta mirar.
J. A. Valente, Poemas a Lázaro
Parecido a pisar mi mirada extraña y sosegada. Es una cortesía invisible que acuchilla el entorno de una especie de producto. El andamio de una vieja casa construyo en silencio, y la catástrofe llega susurrando, oscura y llena de certezas dentro de la plegaria. Imagina una casa que se derrumba mientras los andamios se sostienen en derredor. Un cuerpo con el alma destrozada se construye de nuevo: ¿construiría andamios sobre arena? Sabes lo que quiero decir.
Uno de los trenes me lleva como las ideas realizan al loco. Pensar en el interior del tiempo y el teatro que allí perpetran los nombres. La muchacha acaba de llegar del vacío y pinta de carmín la fotografía, y esa luz placentera brilla como un coito. Busco en el naufragio… Tengo frío en el camarote… Mientras el ferry sigue, el curso de mis palabras huye por el miedo y debería someterse a un daño. ¡¡¡¡Siento como si fuera llevado a un destino o si lo hubiera traicionado!!!!
Ahora recobro el ánimo. ¿Todo está construido sobre el dogma y no sobre la discusión? ¿Tendré que comprar Fairy para tener la vajilla perfecta? Disfruta más quien escucha una guitarra poderosa, sabe que su duda está cerca. El viento, especial cuando calla, asusta la manera que tenemos de acercarnos: sensación de que participo. Entiendo tus pesadillas y el oasis cree que el espejismo nos deleita: somos nómadas hasta para besar. Las cinco de la mañana, la musa acompaña el silencio con oraciones que nadie recita. Callado, el Nautilus conserva la única duda que el agua mantiene lejos. En la profundidad de la memoria, en los versos de un día de lluvia acaba de una forma imprecisa la noche. Cuando la fiesta termina, con las extrañas circunstancias de la palabra amamos la cercanía de lo efímero.
¿El silencio como estratagema? Oigo estremecerse la terrible afonía del volcán, como si durmiera; oigo a tus labios abastecer de creencias un amor no correspondido. El origen de lo minucioso contamina mi espacio, lo deleita, hace con lo extraño una poción para ser normal. Ahora sé que estás cerca de otro día en el que yo no aparezco.
Los adornos de esa tormenta embellecen las paredes diáfanas de un refugio a la orilla de ese riachuelo. ¿Cómo es el tacto de un fantasma?
2
Córdoba, Bill Frisel, 2024
Obsidiana; quiero empezar a luchar contra ti con armas insidiosas hechas a lo largo del tiempo. Hallo en la vertical de ese refugio una manera de olvidar que algún pensamiento he tenido de arrojarme al vacío. Así podría tocarte con las manos de un fantasma. Ha callado la sensación de desajuste en el fonema, gritar aún sirve para aliviar la tensión del alambre, por donde el funambulista cree que no se caerá. Dije demasiado de la construcción…: que era parte del neolítico que había conocido, el de los libros que el cura arrojaba al fuego. He expurgado mi memoria para intentar olvidarte, pero hacía frío y necesitaba que me abrazaras. Y desperté por un beso en los labios, el de la muerte, y caí en la cuenta de que no era inmortal.
Obedezco a la otra manía de ser feliz, sentado y estremecido por el aire, y respiro a la orilla de este lago donde con la mirada dibujo nombres en el agua. Ahora siento la unción de algo que no es sagrado y que me hace dichoso. Acabo de encontrar en mis pesadillas una meta, un edén en el que una higuera no ha conseguido secarse. Un tatuaje es una sorpresa y dice mucho de ti. Invierno: el frío es una esfera con la que manejo mi manera de vivir. El frío, por tanto, es la forma en la que caigo derrotado… Acabo pensando en una idea, la de Paul Valery, reconstruirme de nuevo como el mar. Me reconstruyo con el cuerpo del árbol, en el bosque, me hago simbiosis con la sabia, cuento los anillos del tronco talado, la edad ya no es suya sino mía: (una forma especial de estar solo.)
3
Almuerzo en una sala de espera…; ya no veré más a mi madre. Es el tiempo que tengo hasta que llega la policía, y me incriminan por asesinato. En un año todo: crimen, esposas y juicio. Son 24 años de cárcel en los que olvido la muerte. Y un día, 24 años después, salgo, y me encuentro a Cris en el parque, que juega con su hija en los columpios. No me acerco, porque la última vez que la vi, tenía 10 años. Me lo contó todo con esa edad. Y no pude soportarlo, y una noche que Loren salía del bar lo acuchillé, hace 24 años. Era su padre. Creo en lo inusual de un encuentro, y amamos la noche, lo deshabitado, la presencia de fantasmas.
Nadie me ha dicho nunca lo condicionados que estamos por nuestra percepción. En la cárcel aprendí a imaginar las siluetas que se reflejaban en la pared cuando había claridad y los rayos de sol penetraban a través de los barrotes de la ventana. Descubrí que había estado equivocado y Loren me perdonaba. Recibí alguna carta de Cris en la que me decía que echaba de menos a su padre. Mi percepción me decía que había visto en el parque a Cris sola con su hija, y mi imaginación empezó a contar una historia, y por eso me cambié de ciudad ahora que había visto que ella sabía vivir sin mí.
Yo tenía 18 cuando maté a su padre. 24 años después mi madre había muerto, Cris tenía una niña, y yo descubrí la forma de empezar de cero, en la costa, cuando una chica fotógrafa se acercó y me dijo si me podía hacer una fotografía. Nos hicimos un selfi y lo colgó en Facebook. Al poco tiempo Cris me mandó una solicitud de amistad.
4
Con “Juampe”, mi profe de guitarra
No importa que haya días donde no salga nada, la guitarra espera que forme parte de ella, que la teatralice en la soledad. Pulso una cuerda y es como si llorara de júbilo, como si me dijera al oído que la vida me va a perdonar. ¿Tan mal están las cosas en este día a día? Las luces amarran el silencio a un placer por aceptar, el locus amoenus de mi mente. Dice que todo aquel que tiene inquietudes de artista, enferma. Miro a los ojos alejados de mí, y creo en la esperanza de perderlo todo y empezar de cero. Ya hablé de la reconstrucción de las olas cerca de un cementerio; mi mente intenta alinearse con el futuro para conocerse, pero mi alma envejece más. En mi imperfecta percepción mi mente arrasa con todo como si quisiera olvidar al intruso, y es el intruso quién me da la mano como certeza construida en la arena de un reloj.
He vuelto a idear un tiempo olvidado; recojo esos granos de arena para entender la eternidad de lo que comienza, embelleciendo lo oscuro. No resiste esa belleza y su ceguera es el mejor momento de la vida. Algo desaparece, esa parte de lo que hemos percibido, tan verdadera como la que sigue sufriendo en una mente triste. ¿Por qué no vemos las cosas de la misma forma? La luz colecciona errores y la noche iguala esa porción de eternidad. Deseo convertirme en la forma, y ser la propia sombra. Conocerte ahí debe ser una pasada.
Pat, hola, soy un muchacho que quiere idear el And I love her que encuentro entre tus dedos y tu musa: nunca la olvidaré, estoy tan cerca de ella cuando escucho…
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