Historias de adolescencia

Estás tan lejos que te puedo tocar; miro el horizonte y todavía no has desaparecido, como la mañana, que, aunque no sea tangible, está presente. La mañana es un desorden en la vida de un escritor, que ha tenido una noche muy creativa, pero al que no le sirve lo que ha escrito porque está abatido. «La literatura te salvará», había leído en un viejo manual sobre escritura creativa, aunque él siempre había huido de esa escritura creativa, porque interesaba poco. Deseaba escribir una crónica que hablara de un joven católico, por ejemplo, que había ido a comulgar después de haberse hecho una paja. Discutir con el mundo si ese muchacho estaba más cerca de Dios por ello. Pero singularmente, esto ya carecía de significado en 2024. ¿Quién quiere hablar ahora mismo del pecado? Ese muchacho había imaginado que hacía de todo con su compi de clase cuando se hacía la paja, y luego necesitaba la realidad de la hostia consagrada porque 20 años después, su compi Magdalena se había divorciado por segunda vez, y contactaba con él por Facebook y le decía que lo amaba. ¿Qué es de la vida de este muchacho 20 años después? El 90% de las chicas con las que se masturbó en la adolescencia, ahora están interesadas en él, y todo porque ha escrito 4 libros de poemas. Nunca le salió una relación como Dios manda, y cuando habla de sus libros en una charla, colecciona errores, y ahora le han invitado a dar una conferencia en la Fundación Juan March, y él quiere hablar de la relación de la hostia consagrada con la poesía. 30 años en una parroquia dan para mucho, hasta para que el cura le eche después de haberle confesado que un sábado por la noche salió con tres amigas, y luego, al volver a casa, soñó que hacían una orgía los 4. Y después el domingo tocó en el coro y comulgó. No crean, no me olvido de Magdalena. Fue al campo de su hermana porque se habían hecho amigas, y él estuvo jugando al fútbol con sus críos. Ella tenía 2. Para Magdalena, por esas cosas que tiene el destino, ahora él podría ser el perfecto padre para sus hijos, pero cómo le decía que la había puesto los cuernos en sucesivas pajas con toda mujer viviente que había en el pueblo, y que su último ex no le hablaba porque ya se olía algo. El caso que este viejo poeta iba a ganar su primer sueldo decente en la Fundación Juan March, y el desenlace de esta historia se lo dejaría a la vida.     Â


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